Mezcla de color y sentimientos
Autor: José Luis López Núñez
Diseño: J. Luis lópez
Retrato: Mª Paz Tardío Bru
Foto cuadros: Casiano y J.Luis López
20x 25 cm., 80 págs.,
Editado en 1993
Imprime: Ubricolor, S.A.L.
Encuadernación rústica en color.
PINCELADAS
Nombrar a José Luis López Núñez, supone evocar en todo su esplendor una larga cadena de reminiscencias que emanan de todo lo que de mágico y místico que rodea a esta Sierra, aflorada hacia nosotros. Y digo evocación, porque no existe mejor término que aquilate y encierre en sí mismo toda esa misteriosa atmósfera que impregna su pintura, y que la hace distinta a todas cuantas conocemos.
La impronta de su arte nace de un concepto de realidad más fascinante a veces que la propia, en la que nos encontramos inmersos. Un universo donde los colores son más vívidos, y los espacios quedan delimitados por una geometría interior que sustenta una pureza que nos remite a su origen, el de un arte eminentemente sincero consigo mismo, y con los demás.
¿Por qué José Luís, a través de su intensa labor creadora, vive absorto en atrapar ese otro tiempo que transcurre paralelo al nuestro, sin decaer un sólo instante, luchando ávidamente, por retener entre las entretelas de sus lienzos, esas sensaciones y sentimientos que nunca más volveremos a sentir con idéntica pasión?
Porque en ello, sin exagerar un ápice, le va su propio ser. Y por una razón tan elocuente como la primera, porque no puede permanecer impasible ante lo que pasa por sus ojos. Nada de lo que ocurre le es ajeno. Todo le provoca y le mueve a plasmarlo sin pausa, sin dilación. Muchos dirán que toda su obra está vertebrada en Ubrique como único eje. Simplemente yo les diría, que es sólo una verdad a medias. Que este pintor oculta mucho más de lo que enseña, y que posee un poderoso manantial de temas. Un verdadero acuífero inagotable, al que sólo el cansancio físico rinde cuentas, por lógica elemental. Cuando llegue el momento todo ese caudal subterráneo emergerá a la superficie con ímpetu desusado y cubrirá las orillas que esperan ser cubiertas. Sin embargo también es cierto, que Ubrique permanece fuertemente aferrado al corazón de nuestro protagonista, y que como tal va ligado a su quehacer, tanto mental como artístico, no desligándose nunca. Todos los pintores sienten y aman particularmente el lugar que los vio nacer. Aman su luz, su entorno, y difícilmente negarán que ahí es donde aprendieron a ver, que no a mirar.
José Luís López no constituye una excepción en esto. Quiere a su pueblo y no se cansa de pintarlo, porque siempre le rondan por la cabeza nuevas visiones que le inducen, sin descanso a su interpretación. Cuadros, por lo demás, que aunque nosotros los veamos a veces, quizás por nuestra asiduidad en el trato con el artista, como algo ya natural, provocan siempre una alegría y un interés inaudito en el contemplador que viene de fuera. Esto sólo puede significar una cosa, que es una pintura fresca, nueva, original en el tratamiento y en el enfoque, y no es algo que pueda ser contemplado con frecuencia más allá de nuestras propias y limitadas fronteras, y que merece un hueco en otras ciudades, otros corazones, de la misma forma que ya lo tiene en el nuestro. Todo llegará.
Yo sólo le digo, recordando aquel viejo adagio de «Tempus fugit …», que no le importe, pues tú ya has capturado en multitud de instantes ese tiempo que fluye veloz como arena que se escapa de las manos, dejándolo apresado para siempre, como una instantánea eterna, tu corazón y el momento. Y que seguirás haciéndolo, día a día, sin tregua y sin descanso. «Ad infinitum …» Hasta el infinito, porque la imaginación de un pintor no tiene límites, ni fronteras, ni conoce de idiomas. Tal como la tuya. Animo para seguir en la lucha, pues este oficio requiere de lente con madera y con agallas para poder transformar un mundo que cada vez tiene menos de poético. Por todo ello , gracias.
Casiano López Pacheco Enero de 1.993
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